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miércoles, 16 de diciembre de 2009

¿Qué es el doping?

De acuerdo al Comité Olímpico Internacional (COI), doping es la administración o uso por parte de un atleta de cualquier sustancia ajena al organismo, o cualquier sustancia fisiológica tomada en cantidad anormal o por una vía anormal, con la sola intención de aumentar en un modo artificial y deshonesto su performance en la competición. Cuando se requiere tratamiento médico con alguna sustancia que pueda aumentar el rendimiento del atleta, también es considerado doping. El uso de drogas que aumenten la performance es probablemente el mayor problema que enfrenta hoy el deporte.
La salud es, ante todo, un encuentro con lo natural, es decir con las propias potencialidades y las limitaciones de nuestra naturaleza. Lo natural se opone a lo artificial; el doping es un artificio.
Poner al máximo nuestras potencialidades naturales es tarea del entrenamiento, del esfuerzo. Es cultivar la fuerza de carácter que desde el fondo mismo de la naturaleza nos impulsa hacia desafíos superiores.
El doping participa de la sociedad artificial, del consumismo que transforma la competencia en competitividad. Ataca la lealtad deportiva, daña la salud y es un precursor más de la violencia. Pero fundamentalmente daña la sustancia misma del deporte, competencia, competencia en fair play o quizás la filosofía misma, aquélla que menciona al deporte como escuela de vida.
El doping es, además de lo anteriormente dicho, una conducta de riesgo, que puede llevar a la adicción, la cual es una enfermedad crónica, progresiva y terminal.
La aparición y extensión del doping, se debe en gran parte a factores externos a la misma esencia del deporte, como el abuso de fármacos que se da en la actualidad y a la presión que ejerce la sociedad sobre el deportista, al que le exige una superación continua de su rendimiento deportivo.
El profesionalismo impulsado por las empresas y la televisión llevan a los deportistas a esfuerzos tremendos y a una superación constante.
El atleta, ante una expectativa de mayores beneficios, se sube a esa carrera desenfrenada y al resultarle difícil mantener ese ritmo con medios naturales, recurre al doping.
El deportista recurre a los medicamentos para estimularse o sedarse, aumentar o disminuir su peso, aumentar su masa muscular y su fuerza, su capacidad cardíaca, concentración, calmar la fatiga, incluso la provocada por su entrenamiento. En definitiva para obtener el triunfo o para conseguirla con el menor esfuerzo.
El COI ha publicado una lista de sustancias prohibidas y ha desarrollado un programa de detección de drogas en las olimpiadas y competencias relacionadas, para detener el uso de estas sustancias.
La educación desde el club se hace necesaria para completar los déficit de la vida familiar y de la escolaridad. Para ello el club, como organización desde su cúspide dirigente, debe ser cuidadoso del ser humano; de lo contrario los clubes se convertirán en duplicadores de la violencia social.
El doping es una pieza que no encaja en la estructura del deporte. Su práctica es contraria a la ética y lealtad deportivas. En efecto, si uno de los objetivos de la práctica deportiva es el desarrollo integral del deportista en la libertad y la dignidad, con el doping se anula este propósito, porque su práctica corrompe al deportista, lo convierte en un objeto al que se utiliza y manipula, en una máquina que hay que amortizar en breve plazo y que tiene que rendir al máximo.
El deporte de competición es un ejemplo característico de actividad que inevitablemente compara a cada deportista con sus compañeros, y se le exige además una constante superación para llegar a ser el mejor. Pero estas aspiraciones dejan de ser consideradas legítimas cuando se quieren cumplir por medios peligrosos, violentos y ajenos a la ética. Entre estos esta el doping, y por ello su uso está prohibido. Por otra parte el doping es deshonesto porque contradice la finalidad primaria del deporte, que es conseguir una mejor salud física, mental y social.
Muchos jóvenes usan anabólicos esteroides sólo para mejorar su aspecto físico exponiéndose a gravísimos riesgos. El doping es potencialmente peligroso para la salud, porque expone al organismo al riesgo de sobrepasar fatalmente sus límites normales, altera la coordinación normal de las funciones orgánicas y psíquicas, ocasiona progresiva dependencia y hábito al uso de drogas, induce a cierto abandono del entrenamiento metódico, causa un deterioro físico tal vez irreversible.
Las siguientes clases de sustancias están prohibidas por el Comité Olímpico Internacional (COI):
• Estimulantes
• Narcóticos
• Beta bloqueantes
• Diuréticos
• Hormonas peptídicas y sus derivados
Además están prohibidos los siguientes métodos de doping:
• Doping de sangre
• Manipulación farmacológica, física y química de la orina
Y las siguientes sustancias están sujetas a ciertas restricciones:
• Alcohol
• Marihuana
• Anestésicos locales
• Coricoesteroides
Ciertas federaciones tienen su propia lista de sustancias prohibidas, las cuales deberán chequearse para saber si hay otras sustancias prohibidas en un deporte en particular.
El doping es problema social, cuya solución supone la aplicación de estrategias y acciones:
• Preventivas: se ejercen mediante programas de divulgación, información y educación. Los grupos receptores son todos aquellos que se relacionan con el deporte: deportistas de todos los niveles competitivos, niños escolares, jóvenes profesores de educación física, médicos (deportólogos, de familia), entrenadores, dirigentes, etc.
• Controladoras: controles antidoping permiten conocer el alcance del abuso en un deporte, además reduce, por su efecto disuasorio, el consumo de drogas.
• Sancionadoras: complementarias a los test antidoping; sin sanciones en los casos deportivos, los controles serían inútiles. Las sanciones deben ser justas y equitativas; la tendencia actual es extender las sanciones a otras personas responsables además del deportista (entrenador, médico, etc.).

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