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miércoles, 16 de diciembre de 2009

Pruebas médicas a deportistas de élite


Tanto los deportistas de élite como los jóvenes que aspiran a ocupar en un futuro próximo el privilegiado lugar reservado a unos pocos son conscientes de que en su camino hacia el éxito se cruza siempre, inevitablemente, la bata blanca de un especialista en medicina deportiva.
Medicina y deporte están íntimamente ligados, y esta relación tiene un coste, aunque los últimos adelantos de la medicina deportiva están al alcance de casi todos los bolsillos.

Cualquier deportista profesional o joven promesa que se prepara en un club serio tiene, por lo general, el apoyo médico adecuado para desempeñar su trabajo con las mayores garantías de desarrollo eficaz.

La genética es el factor clave para determinar las posibilidades que tiene un individuo de alcanzar grandes éxitos en su etapa como deportista. De la misma manera, la figura del entrenador sigue siendo sagrada, y son ellos los que muchas veces envían a los atletas a la consulta de un especialista en medicina del deporte buscando prevenir lesiones, bajones en el rendimiento o para conocer el verdadero estado de sus pupilos de cara a elaborar un entrenamiento específico.

La presencia médica no sólo es importante en deportes de gran dureza como el ciclismo, la maratón o el remo, sino también en los menos esforzados, por sus conocimientos de fisiología general, de nutrición (un apartado fundamental), de lesiones en el aparato locomotor, etcétera.

Para los aficionados de fin de semana, o para aquéllos que practican con regularidad un deporte en su tiempo de ocio, es aconsejable someterse a un reconocimiento médico simple al menos una vez al año. Puede realizarse de forma gratuita en la consulta de su médico de cabecera, o bien por el módico precio de dieciocho euros si acude a un instituto del deporte subvencionado por el Ayuntamiento de la ciudad en la que reside.

El objeto de estos reconocimientos es la detección o prevención de carencias físicas en el individuo, relacionadas principalmente con el aparato cardiovascular. El trabajo realizado por el deportista se refleja en la pantalla del ordenador al que se encuentra conectado, lo que facilita que el médico pueda cuantificar el esfuerzo de forma fiable y reproducible, al tiempo que obtiene diversas variables biológicas del individuo.
Ya en el terreno práctico, la prueba de esfuerzo determina el estado físico del interesado, permitiendo igualmente establecer las pautas de su entrenamiento. En el estudio no podrá faltar un pulsómetro (indicador de la frecuencia cardiaca) para determinar el ritmo a adoptar en cada fase del programa diseñado por el preparador físico.

Por último mencionar que sin una alimentación adecuada, no es posible que un deportista físicamente bien dotado, perfectamente entrenado, psíquicamente resistente y rodeado de un entorno positivo, mejore en su rendimiento. Los análisis de sangre constituyen el método más eficaz para discernir y prevenir dietas alimenticias erróneas o insuficientes.



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